26, septiembre, 2025
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Rusia lanzará un servicio de Internet por satélite para competir con Starlink

El jefe espacial de Rusia anunció este mes que el país planea lanzar su propio servicio de Internet satelital para rivalizar con Starlink, de la empresa SpaceX del magnate sudafricano-estadounidense de Elon Musk, mientras el gobierno de Moscú busca reducir su dependencia de la tecnología occidental y construir su propia red de comunicaciones orbitales.

Dmitry Bakanov, el jefe de la agencia espacial rusa Roscosmos, dijo a medios estatales que Rusia pronto presentará un competidor de Starlink que proporcionará conectividad a Internet a través de satélites en órbita terrestre baja. El anuncio se produce mientras Ucrania sigue dependiendo en gran medida de Starlink para las comunicaciones en el campo de batalla en su conflicto en curso con Rusia.

El programa espacial de Rusia busca la independencia tecnológica

La iniciativa rusa de Internet satelital, conocida como Proyecto Rassvet, está siendo desarrollada por la empresa aeroespacial Bureau 1440 y representa el esfuerzo más amplio de Moscú por lograr la soberanía tecnológica en las comunicaciones espaciales.

Según informes de principios de este año, el proyecto requerirá aproximadamente 445 mil millones de rublos (4,8 mil millones de dólares) para 2030 y tiene como objetivo desplegar una constelación de 292 satélites operativos.

Bakanov, quien fue nombrado jefe de Roscosmos en febrero, reconoció que Rusia debe alejarse de lo que él llamó “inercia” y atraer talento joven para competir con el dominio de SpaceX en el sector de satélites. Su nombramiento siguió al despido de Yury Borisov, cuyo mandato estuvo marcado por varios fracasos de alto perfil, incluido el accidente de la misión lunar Luna-25 en agosto de 2023.

La fase de pruebas muestra prometedores resultados a pesar de los contratiempos

Bureau 1440 ya realizó varias misiones de prueba, lanzando satélites experimentales bajo el programa Rassvet desde junio de 2023. La empresa demostró con éxito la tecnología de comunicación láser entre satélites en 2024, alcanzando velocidades de transmisión de datos de 10 Gbps entre naves espaciales a distancias superiores a 1.000 kilómetros.

Los satélites de prueba actuales mostraron velocidades de comunicación de 48 Mbps con una latencia de 42 milisegundos, suficientes para videollamadas de alta calidad y transmisión en 4K. La empresa planea comenzar servicios comerciales en 2027, con el primer lote de satélites de producción programado para lanzarse a finales de este año

La importancia estratégica de Starlink en el conflicto de Ucrania

El momento del anuncio de Rusia refleja la importancia estratégica de la Internet satelital en la guerra moderna. Starlink, que opera con más de 8.000 satélites a nivel mundial, demostró ser crucial para las fuerzas ucranianas, proporcionando capacidades de comunicación e inteligencia a lo largo del conflicto.

Informes recientes indican que casi la mitad de los terminales Starlink suministrados por la agencia estadounidense para el desarrollo internacional (USAID, sigla en inglés) terminaron en territorios ocupados por Rusia, lo que genera preocupación sobre un posible uso indebido por parte de las fuerzas rusas. Ucrania trabajaron con SpaceX para implementar algoritmos que impiden el acceso ruso a la red.

El impulso de Rusia por una constelación satelital independiente se produce mientras el país enfrenta sanciones occidentales continuas que afectaron su programa espacial. El fracaso de la Luna-25 puso de relieve problemas más amplios dentro de Roscosmos, incluidos limitaciones financieras y problemas de gestión que afectaron a la agencia desde la caída de la Unión Soviética.

El Proyecto Esfera: Un marco estratégico para la independencia rusa

Rassvet integra el proyecto Esfera (o Sfera), que es mucho más que una simple constelación de Internet. Presentado por el presidente ruso Vladimir Putin en 2018, este programa se concibe como una infraestructura espacial integral que abarca múltiples objetivos.

Su propósito principal es crear una red robusta de satélites rusos para diversas funciones, incluyendo telecomunicaciones, observación de la Tierra, navegación (una extensión del sistema Glonass), y telemetría.

La iniciativa busca reducir la dependencia de Moscú de los sistemas extranjeros, garantizando la continuidad de servicios críticos incluso en un contexto de tensiones geopolíticas y sanciones internacionales.

Para entender el desafío que representa Rusia, es crucial comparar las dos arquitecturas satelitales. Starlink, con más de 8.000 satélites en órbita, opera una de las redes más densas y extensas del mundo.

Sus satélites de órbita baja (LEO), a unos 550 km de altitud, permiten una latencia mínima (20-40 ms), comparable a la de la fibra óptica, lo cual es fundamental para aplicaciones sensibles como los videojuegos en línea o las videollamadas. La constelación rusa, en cambio, se plantea con una escala menor en su fase inicial, con una proyección de 292 satélites operativos para 2030.

En cuanto a la tecnología, los rusos demostraron avances prometedores. Se reportaron pruebas exitosas de enlaces láser intersatélite, una tecnología crucial para la velocidad y la eficiencia de la red, con una capacidad de transmisión de 10 Gbps.

Las pruebas iniciales con prototipos mostraron velocidades de 48 Mbps y una latencia de 42 ms, cifras que, aunque no alcanzan los picos de Starlink, son perfectamente funcionales para la mayoría de los usuarios y aplicaciones.

Sin embargo, las diferencias en escala y tecnología de producción masiva son notables. SpaceX tiene la capacidad de lanzar lotes de decenas de satélites en cada misión, apoyado por sus cohetes reutilizables Falcon 9.

La industria espacial rusa, si bien es una de las más experimentadas, no alcanzó el mismo nivel de producción en masa y eficiencia de lanzamiento, lo que podría representar un cuello de botella significativo.

A pesar de estos desafíos, el proyecto ruso tiene sus propias ventajas. El apoyo gubernamental directo y la financiación estatal garantizada le dan una estabilidad que una empresa privada, sujeta a los vaivenes del mercado, no tiene.

Además, su enfoque podría estar dirigido a nichos específicos, como las vastas regiones árticas o siberianas, donde la infraestructura terrestre es inexistente y el servicio de Internet satelital es la única opción viable.

Geopolítica y soberanía digital: La carrera espacial 2.0

El desarrollo de una red satelital rusa no puede entenderse fuera de su contexto geopolítico. La proliferación de constelaciones de satélites como Starlink, OneWeb y otras iniciativas provenientes de China transformó el espacio en una nueva frontera para la competencia estratégica.

En este escenario, el control de las comunicaciones se convirtió en un activo de seguridad nacional de primer orden. La guerra en Ucrania sirvió como una demostración contundente de este hecho: el servicio de Starlink proporcionó una conectividad crítica a las fuerzas ucranianas en un momento en que la infraestructura de comunicaciones tradicional había sido destruida o deshabilitada. Esta dependencia tecnológica de un sistema controlado por un adversario estratégico fue una lección clara para el Kremlin.

Para Rusia, lanzar su propia constelación es una cuestión de soberanía digital. Significa no tener que depender de proveedores occidentales que pueden, en cualquier momento, suspender el servicio o negarse a cooperar, especialmente en situaciones de conflicto.

Esta autonomía no solo beneficia a Rusia, sino que también la posiciona como un proveedor de servicios para otros países que buscan alternativas a las redes controladas por los Estados Unidos o China.

En este sentido, la iniciativa rusa podría resonar con los miembros del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), así como con otras naciones en América latina, África y Asia que buscan diversificar sus proveedores de tecnología y reducir su vulnerabilidad ante presiones externas. La idea de una “Internet de los BRICS” o de un espacio digital multipolar, donde no haya un jugador hegemónico, es una narrativa atractiva para muchos en el sur global.

La iniciativa de Rusia representa un movimiento estratégico audaz en una nueva era de competencia espacial. El proyecto Esfera, y en particular su constelación de Internet, es la manifestación de una búsqueda por la soberanía tecnológica y la proyección de poder.

Su éxito o fracaso tendrá implicaciones mucho más allá de las fronteras rusas. Si Rusia logra superar los obstáculos técnicos y económicos, podría fragmentar aún más el mercado global de Internet satelital, creando un sistema paralelo que sirva a sus propios intereses y a los de sus aliados.

Este escenario daría lugar a un ciberespacio más polarizado, donde la conectividad no solo sea una cuestión de acceso, sino también de lealtad geopolítica. El futuro de la Internet por satélite, lejos de ser un campo unificado, podría convertirse en un tablero de ajedrez donde las potencias compitan no solo por el espacio físico, sino también por el digital.

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