23, diciembre, 2024
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Políticamente incorrecto

Mantuvimos esta columna por 15 años, pretendiendo ser políticamente inco-rrectos. Nunca nos interesó cosechar aplausos, ni decir “lo que se debe decir”, para ser bien recibidos en el bando de algunos buenos. Creemos que el rol de los intelectuales es provocar el fastidio de los creyentes de cualquier pelambre, para que superen sus mitos y entiendan la realidad.

Provocó un escándalo en el país la publicación del reportaje hecho a Milei, en The New Yorker, por Jon Lee Anderson, uno de los reporteros más importantes de Estados Unidos. Milei entregó bastante tiempo a un periodista que publicó el libro He decidido declararme marxista y es autor de una de las biografías más interesantes del “Che” Guevara, de un trabajo sobre Fidel Castro y escribe en la revista progresista más importante de los Estados Unidos. Anderson no hace entrevistas de pocas horas en un escritorio, sino que acompaña al personaje varios días, conversa con su entorno, produce reportajes que son críticos del protagonista, pero entregan una información más profunda que la usual. Es obvio que un intelectual de su talla no hace trabajos de relaciones públicas para quedar bien con los entrevistados.

En el texto, Anderson dice que “La izquierda ha colapsado. Algunos de los más revolucionarios son claramente nepotistas y corruptos: Venezuela y Nicaragua”. La izquierda jurásica no habla de temas centrales como el de la identidad, usa manuales del siglo pasado que están caducos, son aburridos y cumplen con ritos desgastados de protesta que no entusiasman a nadie.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

En contraste apareció una nueva derecha que entusiasma a sus seguidores, los moviliza, en los países europeos agita multitudes con consignas en contra de los migrantes, especialmente islámicos.

Al cumplirse el primer año de gestión de Javier Milei, da la impresión de que pasó un siglo, porque el Presidente y su equipo supieron imponer una agenda viva, llena de espectáculos imprevistos, vertiginosos, que, como toda buena telenovela, han mezclado la violencia con la ternura, la amenaza con la gracia y el humor.  

La comunicación correcta, demagógica o no, de la vieja política, “el Estado te cuida”, los programas de gobierno, los think tanks, que preparaban largos y sesudos documentos, fueron reemplazados por mensajes cortos, violentos y llamativos de los mensajeros de la nueva época. Nadie oye los discursos largos, densos, y vacíos de Cristina Fernández, pero el país se conmueve con las ocurrencias del Gordo Dan, sobre todo cuando son más disparatadas.

Se ha formado un nuevo tejido de comunicación descentralizado, eficiente y moderno que maneja el Gobierno, compuesto por un enjambre de youtubers que reaccionan a gran velocidad ante todo lo que pasa. Milei repostea los mensajes de sus seguidores y también los de personas anónimas que lo respaldan con sus ocurrencias. Miles de pibes anónimos sueñan con ser retuiteados por “El Peluca” y se identifican con los jóvenes que consiguen ese honor.

La red borra las distancias de todo tipo, históricas, temporales, de jerarquía, de preparación intelectual. En su imaginario estos libertarios se mezclan con “amigos” como Elton Musk y Donald Trump quienes, según su visión de la vida, son también seguidores de Milei. Van a gobernar Estados Unidos aplicando los modelos del gobierno argentino.

El equipo de Milei está actualizado, no es un grupo de improvisados. Para entender su lógica vale la pena leer los libros que están en la punta del pen-samiento político de la comunicación como New Power: How Power Works in Our Hyperconnected World-and How to Make It Work for You, de Jeremy Heimans, y Henry Timms.

Milei participa de un espectáculo internacional que nadie entiende, pero que se vuelve infinito con la tradicional modestia de los argentinos. Aparece en Mar-a-lago, la fastuosa residencia de Trump en Palm Beach, bailando entre las mesas de los asistentes y abrazándose con grandes celebridades, viaja incesantemente, lo reciben con espectacularidad en distintos sitios. Todo sirve para reforzar el espectáculo, ordenando la realidad con palabras y con imágenes que no se detienen a ver las enormes contradicciones entre el proteccionismo de Trump y las ideas liberales de Milei. No importa lo que se piense, se busca tener más likes que ningún otro presidente del mundo.

La extravagancia llega a su cumbre cuando Milei anuncia, cuando se inicia el año electoral, que profundizará el ajuste. Hace lo que parecía políticamente incorrecto hasta hace poco, pero forma parte de la “nueva política”.

Las encuestas que se realizan al año de haber empezado la gestión de Milei dicen que tanto sus cifras de imagen, como la evaluación de su gobierno son semejantes a las del año pasado. No pasó lo mismo con los gobiernos de Alberto Fernández y de Mauricio Macri, que empezaron con menos fuerza y al celebrar su primer aniversario estaban por las nubes.

Milei polariza de manera radical. Los que están con él rechazan la política del pasado, y mientras más se le opongan dirigentes conocidos con pésima imagen, le irá mejor.

Hasta agosto, los estudios detectaron una cierta caída en la aprobación de la imagen y de la evaluación del gobierno de Milei que se detuvo cuando apareció Cristina Fernández a saludar en un balcón en la marcha de solidaridad con las universidades. La expresidenta se dedicó después a trabajar para mejorar la imagen de Milei, tomando protagonismo en la política y haciéndose elegir presidenta del Partido Justicialista. Su máxima ayuda llegó cuando se tomó una foto con su cuñada y con su hijo al frente del partido, que expresaba cuál es el mundo al que la gran mayoría de argentinos, no quieren volver, incluidos los peronistas.

Insistimos en que lo curioso es que, después de un año con tantas vicisitudes, Milei siga igual a cuando empezó su período. Las variaciones de las cifras estuvieron en el rango de unos 5 puntos, apenas por sobre el margen de error de las encuestas.

Es interesante saber que son más, los que opinan que el país y su propia vida está peor que hace un año, que los que critican a Milei. El 53% de los argentinos dice que el país está peor que el año pasado, un 68% que la economía de su familia está peor.

Cuando se pregunta por la imagen de los líderes políticos, llama la atención que están con mejor imagen los identificados con el Gobierno: Patricia Bullrich, Javier Milei, Victoria Vi-llarruel, José Luis Espert, Guillermo Francos, Luis “Toto Caputo”, Federico Sturzenegger. Aparecen en la base de la pirámide, como los peor evaluados, solo dirigentes de la oposición: Juan Grabois, Cristian Ritondo, Jorge Macri, Cristina Fernández, Alfredo Cornejo, y Máximo Kirchner

La alta popularidad de Patricia Bullrich tiene que ver con la recuperación del orden en la calle. Su plan de seguridad en la Ciudad de Buenos Aires recuperó ésta para la mayoría de porteños, que estuvo sitiada durante lustros por un grupo de izquierdistas anticuados que manejaban recursos del Estado a través de los planes sociales. Desaparecidos los piquetes, parecería absurdo que  duraran tanto tiempo esas movilizaciones estrepitosas, que en cada elección conseguían menos votos. Patricia, con esa credencial tiene abiertas las puertas para ser la futura jefa de Gobierno de la Ciudad.

Las ideas liberales de Sturzenegger, podrían tener más apoyo si no fuese porque están acompañadas de proclamas oscurantistas del entorno de Milei. No se entiende porqué el liberalismo debe ser homofóbico, misógino, enemigo de la diversidad, de la libertad de prensa, del arte y de la cultura.

Un problema de la oposición es suponer que los votantes de Milei van a inquietarse por los temas que a ellos les preocupan, a veces con una alta dosis de hipocresía. Algunos políticos, que han tratado de conseguir cargos y contratos con el Gobierno, critican que Milei negocie con políticos de la casta, algunos de ellos poco recomendables.

Todos sabemos que la política normalmente ha sido así y por eso tiene tanto rechazo. Algunos de los que votaron por la Ficha Limpia y por la ley Bases, no son ejemplo de corrección. La prédica en favor de la familia monogámica y la fidelidad conyugal, no parecen auténticas en gobiernos como los de Trump y Milei. Ni los presidentes ni sus entornos se caracterizaron por tener una vida en la que se aplican los principios del Concilio de Trento.

Esto no parece relevante en un mundo en el que las ideas se confunden y los que deberían conocer a fondo los conceptos parecen ignorar lo básico. Bergoglio, acompañado de miembros de la embajada de Palestina, bendice un pesebre en el Salón Paulo VI del Vaticano, donde el Niño Jesús reposa en una kuflya palestina, un tipo de pañuelo que es símbolo de los palestinos que luchan contra Israel en Gaza. Lo explican diciendo que Jesús nació en Belén, que esta ciudad es parte de Pa-lestina, y que si el Nazareno nacía en estos días, habría sido palestino. No recuerdan los teólogos que Jesús legalmente nació en territorio romano, pero nunca celebró el 25 de diciembre que era una fiesta pagana en honor al Sol Invictus. Jesús, aunque nació en Roma, fue judío, guardó el sábado y celebró la Pascua judía.

En todo caso Milei termina el año con un éxito que nadie esperaba. Hace una política directa, con intermediarios, llega directamente a la gente, pero también sabe hacer política tradicional e impulsar sus proyectos.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.

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