22, abril, 2025
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El enojo viraliza, empata con discursos más agresivos, masculinos y disruptivos

La ansiedad no aparece en las encuestas, pero atraviesa todo. Se manifiesta en el cuerpo tensionado, en el scrolleo compulsivo de redes sociales, en la forma entrecortada en que se habla de manera desaforada –o directamente se esquiva– la política.

En un año de elecciones de medio tiempo, que funcionarán como termómetro tanto para el oficialismo como para una oposición fragmentada, la psicóloga Daniela Alonso propone una clave distinta para entender nuestro comportamiento electoral: no como un acto de cálculo racional, sino como una respuesta emocional frente a un malestar colectivo.

Investigadora del IIPSi-Conicet y docente en la Universidad Nacional de Córdoba, Alonso estudia desde hace años los vínculos entre emociones, memoria y decisiones políticas. En diálogo con Perfil Córdoba, analiza cómo la ansiedad se ha convertido en una emoción estructural de esta época, qué papel juegan emociones como el miedo, la bronca o la esperanza en el comportamiento electoral, y profundiza en un hallazgo clave de sus investigaciones: la desafección política no es simple desinterés o apatía, sino una forma particular de dolor político que revela más compromiso del que aparenta.

Esta entrevista ha sido editada por claridad y extensión.

–¿Qué emociones te parece que predominan hoy en la relación entre ciudadanía y política en Argentina?

–Los estudios que realizamos en Córdoba muestran un escenario afectivo complejo, con síntomas ansiosos y depresivos en niveles históricos, incluso más altos que durante la pandemia. El malestar psicológico se expande, y las brechas en el bienestar entre pobres y no pobres son cada vez mayores. Todo eso tiene su correlato político: vivimos atravesados por la ansiedad, la incertidumbre y una polarización que no es sólo ideológica, sino profundamente emocional.

–¿Cómo se expresa esa polarización emocional?
–Lo que encontramos es lo que se llama polarización afectiva: ya no se trata sólo de pensar distinto, sino de despreciar activamente al otro. En nuestros estudios, las emociones negativas hacia quienes piensan distinto –enojo, espanto, amargura– fueron mucho más intensas que las emociones positivas hacia quienes piensan como yo. Eso genera lo que llamamos identidades políticas negativas: no votamos tanto a favor de algo como en contra de lo que odiamos. Eso explica en parte por qué, en contextos fragmentados como el actual, termina imponiéndose quien mejor define al enemigo común.

–¿Y cómo influyen esas emociones en el comportamiento electoral?
–Las emociones no compiten con la razón: son parte del proceso de toma de decisiones. Funcionan como atajos mentales, nos ayudan a organizar la información. En este contexto de crisis prolongada, la ansiedad, el enojo, el miedo y la esperanza operan como fuerzas movilizadoras. La ansiedad, por ejemplo, puede activar la participación política hasta cierto umbral; pero si es muy alta, paraliza. El miedo puede captar la atención, pero si se abusa de él, puede volverse contraproducente. El enojo, en cambio, suele estar más asociado a decisiones electorales extremas. Y la esperanza, aunque hoy escasa, sigue siendo una emoción poderosa cuando logra activarse.

También hay un uso estratégico de estas emociones. Las campañas suelen trabajar más con emociones negativas, porque generan mayor impacto cognitivo: más atención y más recuerdo. En este marco, las extremas derechas logran canalizar mejor ese enojo, no solo por lo que dicen, sino por cómo lo dicen. El enojo viraliza, empata con discursos más agresivos, masculinos y disruptivos.

–¿Qué rol juega la percepción emocional del entorno?
–En un estudio de 2015 vimos que quienes votan al oficialismo tienden a percibir un clima social más positivo, aunque la situación sea objetivamente la misma. Es decir, nuestras emociones no solo influyen en el voto; el voto también moldea nuestras emociones. Hay una retroalimentación constante entre lo que sentimos, lo que creemos y lo que elegimos.

–¿Observás diferencias generacionales o de género en la forma en que operan las emociones políticas?
–Sí. Las extremas derechas captan mucho más el voto masculino joven. No es casual: su estilo discursivo apela a una lógica emocional que empatiza más con formas masculinas de expresión, incluso con discursos machistas. También vemos que las fake news más virales suelen ser emocionales y negativas, y circulan sobre todo en redes donde habitan jóvenes varones. Además, hay estudios que muestran que las generaciones socializadas en democracia tienen hoy menor preferencia por la democracia que las anteriores. No es sólo ideológico: es un estado emocional, una relación afectiva debilitada con lo democrático.

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–¿Qué lugar ocupa la desafección hoy? ¿Se puede hablar de cinismo político?
–Sí, y con fuerza. En los datos que sistematizamos tras las legislativas de 2021, identificamos altos niveles de cinismo, sobre todo entre votantes de La Libertad Avanza. Son quienes menos creen en el sistema político y su capacidad de respuesta. No es desinterés: es desilusión profunda. Y eso también organiza el voto.

–¿Y en Córdoba? ¿Hay climas emocionales particulares?
–Lo que vemos en clave nacional es una identidad anti-kirchnerista muy fuerte, que opera como identidad afectiva negativa. No es necesariamente antiperonista, sino una reacción emocional al kirchnerismo, que se acentuó con momentos como el acuartelamiento policial. En el plano provincial o local es más difícil de analizar, pero siempre aparece esa tensión entre el orgullo cordobés y el rechazo al centralismo. Eso también es una emoción política: el voto como afirmación identitaria.

Siempre es más fácil explicar el voto nacional que el provincial. Córdoba es una anomalía que se define más por lo que rechaza que por lo que desea. Y eso también habla del clima afectivo: preferencias construidas desde la negación más que desde la identificación positiva.

¿Cuándo votamos?

El 26 de octubre de 2025 se celebrarán las elecciones legislativas nacionales. Se renovarán 127 de las 257 bancas de la Cámara de Diputados y 24 de las 72 del Senado.

Fechas clave del cronograma electoral 2025

29 de abril: Publicación del padrón provisorio

29 de abril al 13 de mayo: Reclamos sobre datos personales y fallecidos

18 de julio: Límite para la convocatoria oficial a elecciones

7 de agosto: Fin del plazo para conformar alianzas

17 de agosto: Cierre de presentación de listas de candidatos

27 de agosto: Inicio de la campaña electoral

16 de septiembre: Publicación del padrón definitivo

21 de septiembre: Comienzo de la campaña en medios audiovisuales

1 de octubre: Inicio de la prohibición de actos públicos de gobierno

18 de octubre: Comienzo de la veda para difundir encuestas

24 de octubre: Fin de la campaña electoral

26 de octubre: Jornada de votación

28 de octubre: Inicio del escrutinio definitivo

10 de diciembre: Asunción de senadores y diputados electos

Información oficial – Cámara Nacional Electoral

Las imágenes que ilustran esta entrevista son memes o stickers que se utilizan en servicios de mensajería instantánea o redes sociales. Estas figuras, que en sus comienzos apelaban a momentos o situaciones bizarras en general, en los últimos años también alcanzaron a la política y sus principales referentes en todos los órdenes del Estado. Por lo general, ilustran o satirizan frases características de esas personas o momentos “memorables” en sus discursos públicos.

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