Billy Bond es toda una leyenda en la historia del rock en la Argentina. Italiano de nacimiento (su nombre real es Giuliano Canterini), vino al país de chiquito y en barco, como se hacía antes. Fue cantante en la época beat de mediados de los años ’60 y apenas ingresando a los años ’70 se reconvirtió en rockero, productor artístico y líder de La Pesada del Rock and Roll.
Muy pocos lo vieron en vivo y muchos no lo conocen ni recuerdan su nombre porque se fue del país poco antes del golpe de estado de 1976. Desde entonces vive en Brasil, donde primero fue músico y luego importante empresario de espectáculos musicales.
Hoy tiene 80 años y quiere cerrar un círculo con un gran concierto en Buenos Aires. Hace unos meses quiso montar una ambiciosa ópera-rock en el Luna Park, pero finalmente desistió y ahora sorprende empapelando la ciudad con el anuncio de un Gran Rex el 31 de enero de 2025.
Hablar de Billy Bond es recorrer gran parte de la discografía fundacional del rock argentino, ya que no sólo lideró ese seleccionado de rockeros llamado La Pesada, sino que fue el artífice de discos de Sui Generis, Claudio Gabis, David Lebón, Raúl Porchetto y el debut de Serú Girán.
Ningún dinosaurio
Durante las últimas décadas, sus esporádicas visitas al país incluyeron la presentación de la reedición en vinilo de Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll vol.1 en 2018, y la regrabación de un tema al año siguiente junto a Charly García, Pablo Lescano, Fito Páez, Marilina Bertoldi, Gillespi, Rubén Rada y más figuras, con el objetivo de donar parte de los derechos a Alejandro Medina, que estaba muy enfermo.
También publicó una autobiografía llamada Rompan todo – Memorias revueltas, con anécdotas, ilustraciones y un rico material para seguir alimentando la leyenda que siempre lo precede.
Hoy, tras la frustración de su ópera-rock, ahora tiene como objetivo su show de fines de enero, y por eso armó una banda integrada por muchos músicos jóvenes y también el bajista Dhani Ferrón, quien actualmente toca con David Lebón, Emilio del Guercio y Jairo.
Su centro de operaciones es una pequeña sala por el Abasto, donde recibió a Clarín después de terminar un ensayo donde se comprobó que su voz está intacta, llena de energía, vital y poderosa, igual que en el video del 2019, Gracias al cielo. Ya no es “el gordo Bondo” sino un señor mayor bastante flaco, pero apenas comienza a cantar se comprueba que es el mismo de siempre.
“Yo estoy fuera de concurso -dice- y no voy a competir con nadie. Solo estoy haciendo una gran fiesta y me estoy divirtiendo. No es mi intención seguir carrera con esto. No tengo pretensiones. Voy a hacer un solo recital para la inmensa minoría, con buen sonido, aire acondicionado, bien sentados y con una pizzería enfrente”.
Se entusiasma con el concepto y agrega: “Tocar en el Gran Rex permite que puedan traer a sus hijos y mostrarles La Pesada, donde había un cantante cantante gordo y sucio, que cantaba de puta madre. Bueno, ese gordo sucio soy yo, ahora flaco y afeitado”.
-¿Van a estar algunos de los músicos que te acompañaron en los años ’70?
-Cuando empecé a armar lo que fue el proyecto de la ópera, manejé un concepto de seleccionado de grandes músicos jóvenes, más allá de que haya invitados especiales. En el fondo creo que hay que darle continuidad al rock, porque sino vamos a quedar siempre en los viejos dinosaurios. Confío y apuesto a esa gente muy joven y fíjate que hay dos o tres pibes aquí en esa banda que tienen 20-25 años y tocan de puta madre.
-¿Algún anticipo de los invitados especiales?
-Esto es como el casamiento de mi hija, donde empezás a cuidar los detalles y no querés que ningún viejo borracho de barrio te cague la fiesta. No quiero gente decadente y fuera de rumbo, que no se dio cuenta que el mundo cambió.
-Algunos músicos están en buen estado pero muchos están un poco quemados, decepcionados o cansados.
-Algunos están muy enfermitos y enfermos de verdad. Otros ya no tocan. Pero los que están en condiciones van a estar. Pero cuidado, porque si alguien espera ver a La Pesada del Rock and Roll de los años ’70, se equivoca totalmente. No esperen eso de mí, porque no voy a hacer una regresión ridícula ni papelones.
Algunos hitos
De 1970 a 1975, Billy Bond armó junto al productor Jorge Alvarez una colección única de rock argentino. La dinámica consistía en tener piedra libre de los sellos Music Hall y Microfón para proveer discos de esa nueva música que había tenido mucho éxito desde 1967 con Los Gatos y que asomó en el sello independiente Mandioca con artistas como Manal, Vox Dei, Moris y Miguel Abuelo.
De hecho, La Pesada del Rock and Roll era una suerte de dream-team que pasaba por el estudio Phonalex y grababa canciones que hoy son clásicas, como Salgan al sol, Tontos, El parque, y una versión rápidamente censurada de La marcha de San Lorenzo, donde tocaban figuras como Claudio Gabis, Pappo, Javier Martínez, Alejandro Medina, Luis Alberto Spinetta, David Lebón, Charly García, Pomo, Black Amaya, Vitico, Jorge Pinchevsky y más.
Muchos de ellos tuvieron sus discos individuales y hasta hubo experimentos ambiciosos como Buenos Aires Blus junto a jazzeros como Donna Carroll, o una regrabación de La Biblia con una orquesta. El único hit, sin embargo, fue Sui Generis, que siempre contó con Billy en la consola y sus músicos acompañando a Charly y Nito.
-¿En su momento conociste a los músicos de rock en el boliche que tenías, La Manzana?
-A muchos sí, pero a otros los conocía de antes, como Alejandro Medina, que había estado en el grupo The Seasons, con producción mía. O Javier Martínez, que era mi amigo personal y su padre hotel de citas.
-¿Y a los actuales?
-Te cuento un ejemplo, que es el violinista actual: lo escuché tocando de puta madre en el subte y me acerqué. Cuando me vio gritó “¡Dios!” y se puso a llorar, porque no lo podía creer. Se sabía todos los temas de Pinchevsky y lo invité. Hoy es su primer día en la sala.
Ya cuando empecé a armar el proyecto de la ópera, quería darle una oportunidad a la gente más joven. Hay que abandonar la postura de creerse un gurú o pensar que nosotros los viejos pelotudos somos los mejore. Hay que caer a la tierra, tomar el subte y hacer cosas más realizable. Hoy es más moderno ser un poco más humilde.
-Y tenés la voz intacta.
-No bajé en ningún tema el tono. Todos los temas los canto en el registro original, eh. ¡Todos!
La destrucción del Luna Park
El 20 de octubre de 1972, Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll se presentaron en el Luna Park, dentro de un festival de rock. En un momento Billy vio que había butacas libres e invitó al público del fondo a pasar al frente. Pero la policía y la gente de seguridad del estadio comenzó a pegar duramente a la gente. Entonces el cantante dijo la famosa frase: “¡Rompan todo!” y se desató una batalla campal que destrozó todo.
“Al principio -aclara- dije unas palabras más suaves, citando a Perón con eso de que la violencia trae la violencia. Pero vi que le estaban pegando con palos en la cabeza a la gente, y que había sangre y detenciones, así que no me quedé callado. Obviamente me arrancaron del escenario y me metieron en cana. ¡Pensé que me iban a matar! Y el kilombo grande se armó cuando los chicos vieron que me llevaban, así que rompieron el Luna Park. El ruido era impresionante: lo que más recuerdo es el ruido de las sillas que se rompían”.
La revista Así dedicó una portada y nota central a la reseña del escándalo. “El rock infernal”, tituló con letras catástrofe. Y agregó: “Hordas de hippies arrasaron el Luna Park”.
El diario Crónica mostró los sucesos y tituló que era “un escándalo hippie”. La foto mostraba a los jóvenes forzando las vallas que separaban a las populares de las plateas. El epígrafe indicaba que hubo “grandes destrozos”.
La fallida ópera-rock
Durante gran parte del año pasado, Billy Bond anunció a los cuatro vientos que iba a montar una majestuosa ópera-rock sobre su vida en el Luna Park. Incluso las entradas se pusieron a la venta y hubo castings y ensayos. Pero no llegó a estrenarla.
“Era irrealizable y fui un pelotudo -dice- que estaba fuera de la realidad, creyéndome que podía sustentar algo de gran porte. El problema era que había que hacer un helicóptero, un barco y contar con 40 tipos, 70 bailarines, 400 vestuarios y una obra de teatro tipo El fantasma de la ópera. Creí que lo opdía hacer, porque en Brasil lo haría con bastante facilidad, pero aquí es imposible”.
-¿Qué falló, necesitabas sponsors?
-Básicamente me mató el dólar, porque no se podía traer plata al país. Ni entrar ni sacar dólares. Yo tenía que traer plata de otro lugar, pero no podía blanquearla y tenía que hacer una producción local. Me complicaron la vida y al final me llamaron por teléfono y dijeron que me patrocinabas si me ponía la camiseta de un partido político. ¡No gracias!”.
Habíamos vendido bastante entradas, así que hubo que devolverlas. Yo medio lo pensé un poco y empecé a ver que lo podía adaptar para un teatro. Voy a contar historias de mi trayectoria y explicar por qué Charly habla del limón, que Gustavo Cerati sampleó El parque y que Fito Páez habla de la yerba, todo con las canciones de la primera época, del grupo Los Guantes Negros y de La Pesada.
-Por lo visto no renegás del primer Billy, al que los rockeros tildaban de “comercial”.
-¡No, ni en pedo! Era maravilloso todo, y por eso llego a un final un poco melancólico, con el tema de Charly Cuando ya me empiece a quedar solo. Tengo 80 años y no me hago el pendejo. Hay que asumir un fin de carrera con honestidad y dignidad. No habrá ninguna novedad, porque la novedad soy yo, que voy a cantar después de 50 años para los tipos que no me vieron.
-Cuando hoy ves a Paul McCartney y Mick Jagger saliendo de gira por el mundo, ¿es algo que jamás soñaste, no? Que se podría hacer rock a los 80.
-Jamás lo soñé, pero de alguna forma ellos también me animaron un poco a aceptar el desafío. Confieso que a veces me pregunto qué carajo estoy haciendo, pero también digo: ¿por qué no divertirme? Y es lo que hacen ellos, porque a esta altura del campeonato no lo hacen por guita. Yo tampoco.