La Universidad de Cambridge, en nombre de la revista Antiquity, dio a conocer del descubrimiento de una momia congelada siberiana con una antigüedad de aproximadamente 2500 años, la cual tiene tatuajes en su cuerpo.
Pertenecía a una mujer, quien tiene dibujos que representan diversas figuras animales: un ciervo, un gallo, varios leopardos y una criatura mitológica con rasgos híbridos entre león y águila.
Al parecer tenía al menos 50 años de edad, era integrante del pueblo nómada Pazyryk y era jinete. Ella habitaba en las extensas estepas que se extienden entre China y Europa.
El doctor Gino Caspari, autor principal del estudio e investigador del Instituto Max Planck de Geoantropología y de la Universidad de Berna, explicó al medio BBC News: “Esto me hizo sentir que estábamos mucho más cerca de ver a la gente detrás del arte, cómo trabajaban y aprendían. Las imágenes cobraron vida”.
El hallazgo también hace referencia al trabajo de los especialistas del Museo del Hermitage, en San Petersburgo (Rusia), quienes realizaron por primera vez un escaneo en alta resolución de las decoraciones y emplearon fotografía digital en el espectro del infrarrojo cercano.
También señaló que las representaciones de feroces enfrentamientos entre animales salvajes eran un rasgo característico de la cultura de ese pueblo, en alusión a los tatuajes. El experto, además, indicó que llevaba tatuado un gallo en el pulgar, lo cual mostraba “un estilo intrigante con cierta singularidad”.
A partir de las observaciones realizadas con los escáneres, concluyeron que la calidad del tatuaje variaba entre ambos brazos, lo que sugiere que pudo haber sido realizado por diferentes personas o que se cometieron errores durante su elaboración.
“Si tuviera que adivinar, probablemente fueron cuatro horas y media para la mitad inferior del brazo derecho, y otras cinco horas para la parte superior”, señaló. “Tendría que realizarlo una persona que sepa de salud y seguridad, que conozca los riesgos de lo que ocurre cuando se perfora la piel”, puntualizó.
Por último, explicó que, incluso en aquella época remota, el arte del tatuaje era una práctica altamente profesional. “Ya en su tiempo era una labor que requería dedicación, esfuerzo y una gran cantidad de práctica. Las imágenes que creaban eran increíblemente sofisticadas”, concluyó.
Por Estefanía Mayorga Rincón