La memoria, una de las capacidades más complejas y asombrosas del cerebro humano, nos permite almacenar recuerdos, aprender continuamente y revivir momentos significativos. Sin embargo, los olvidos ocasionales, aunque comunes, suelen despertar inquietud, especialmente cuando interfieren con nuestra vida diaria. Por ende, identificar hasta qué punto estos olvidos son normales y cuándo podrían ser indicio de un problema mayor es clave para cuidar nuestra salud cognitiva y abordar posibles complicaciones antes de que se conviertan en algo más serio.
Al respecto de esto, el doctor Richard Restak, profesor clínico de neurología en la Universidad George Washington, reveló que muchos de los olvidos cotidianos que experimentamos son completamente normales. En diálogo con la cadena estadounidense CNBC, Restak ejemplificó: “Vas a un centro comercial a comprar algo en particular, entras, lo compras y, al salir, no recordás dónde estacionaste el auto”. Este tipo de lapsos, asegura, no deberían generar preocupación, ya que son parte de la vida diaria y no implican problemas cognitivos graves. Sin embargo, advirtió que olvidar detalles más significativos, como no recordar si llegaste al lugar en auto, colectivo o si alguien te llevó, podría ser señal de un problema más serio.
Por lo que dio a conocer el profesional, los olvidos normales son:
Aunque ciertos olvidos son inofensivos, algunos pueden ser motivo de preocupación, según expertos en salud cerebral. La doctora Carmen Carrión, neuropsicóloga de la Universidad de Yale, explicó en una entrevista con Huffpost que “cierto grado de pérdida de memoria puede considerarse normal, especialmente con la edad”. Por su parte, el doctor Michael Rosenbloom, del Centro de Memoria y Bienestar Cerebral de UW Medicine en Washington, añadió: “He aquí un hecho muy deprimente: empezamos a perder neuronas a los 30 años”. No obstante, ambos coinciden en que existen señales claras de advertencia que no deben pasarse por alto:
Las señales que funcionan de alerta de problemas más serios de memoria:
Volver a contar la misma historia o realizar preguntas repetitivas en un corto período puede ser un indicio temprano de problemas de memoria. La doctora Carmen Carrión subrayó que este comportamiento, especialmente cuando ocurre varias veces en un mismo día o incluso en cuestión de minutos, podría ser una señal de advertencia importante.
Perderse en áreas conocidas puede ser motivo de preocupación. Ulrich Mayr, profesor de neurociencia en la Universidad de Oregón, destacó que una señal reveladora es no encontrar el camino en un entorno tan habitual como la propia ciudad natal.
En un mundo tecnológico en constante evolución, aprender a manejar dispositivos electrónicos es una tarea común. Sin embargo, el neurólogo Charles Bernick del Centro Lou Ruvo para la Salud Cerebral, advirtió que si esta dificultad persiste, puede ser preocupante. Aunque es normal necesitar tiempo para adaptarse a algo nuevo, cuando aprender se convierte en un desafío constante, se debería consultar a un médico. A su vez, el doctor Michael Rosenbloom agregó que con el paso del tiempo, la capacidad de aprender y recordar se torna menos eficiente, algo que podría estar relacionado con el ciclo natural de la vida.
El doctor Rosenbloom señaló que no recordar haber tenido una conversación poco después de que ocurriera es un claro motivo de preocupación. Si al cabo de unas horas o al final del día no se logra evocar ese intercambio, podría ser señal de deterioro cognitivo.
Cuando actividades habituales como cocinar o manejar las finanzas empiezan a volverse complicadas, es importante estar alerta. Según Bernick, si estas tareas simples se tornan más difíciles de realizar, puede ser un signo temprano de que algo no está funcionando bien en el cerebro.
Por todo lo antes mencionado, se puede decir que adoptar hábitos saludables puede marcar una gran diferencia en el cuidado de la memoria y el bienestar cerebral. Mantener una dieta equilibrada, dormir lo suficiente, realizar actividad física regular y mantener la mente activa a través de la lectura, los juegos de estrategia o el aprendizaje de nuevas habilidades son prácticas clave para preservar las funciones cognitivas.