29, diciembre, 2024
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Esta plata podés ahorrar si encendés el ventilador en vez del aire acondicionado

Si el temor en estos meses cálidos es encontrarse con facturas de luz elevadas, una buena idea puede ser mirar al ventilador como aliado del bolsillo y del planeta. En un contexto donde las tarifas de electricidad se convirtieron en una preocupación constante para los hogares argentinos por la actualización de valores a lo largo del año y la reducción de subsidios, encontrar alternativas eficientes para combatir el calor se vuelve fundamental. Y aquí es donde el ventilador reaparece en escena como un viejo conocido, aunque no suficientemente valorado en tiempos de nuevas tecnologías.

Si bien el aire acondicionado ofrece un confort más amplio y potente, su consumo energético es varias veces mayor al de un ventilador, por lo que optar por este último representa un ahorro significativo en la factura de luz. En algunas ocasiones, un ventilador, preferentemente de techo, puede ser suficiente para mantener un adecuado confort porque estos producen una sensación de descenso de la temperatura de entre 3 y 5°C.

Pero fundamentalmente, utilizar un ventilador permite reducir el consumo al 10% de lo que se requeriría en lugar de utilizar un aire acondicionado, una razón más que atractiva para tener como alternativa en algunos momentos del día o cuando la temperatura no alcanza niveles sofocantes.

Medir el consumo mensual

De acuerdo a las mediciones sobre el consumo indicativo de algunos artefactos realizado por el Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE), un acondicionador de 2200 frigorías/h demanda 1,013 Kwh o en el caso de una unidad con tecnología inverter de 0,658 kwh , mientras que un ventilador de potencia media requiere 0,090 kwh y un ventilador de techo 0,060 Kwh. Es decir que se puede consumir varias veces menos por hora, lo que acumulado a lo largo de un mes tiene un impacto en pesos más que significativo.

Como ejemplo de simulación, en el caso de una vivienda del Área Metropolitana Buenos Aires (es decir con los cuadros tarifarios de las distribuidoras Edenor o Edesur), el uso de un aire acondicionado de 2200 frigorías, durante una hora diaria seteado a 24 grados, para un usuario N1 que paga costo pleno de la energía, tendrá una referencia en la factura de $4.276 al mes.

En el caso de un equipo de 3000 frigorías en idénticas condiciones el costo será de $5.253 mensuales, mientras que en aire de 4300 frigorías asciende lógicamente a $7.089, solo por concepto de climatización.

Ahora, si ese mismo usuario del AMBA decidiera utilizar un ventilador de techo también una hora al día el costo en la factura de electricidad sería de $1.467 a fin de mes, mientras que en el caso de un ventilador turbo llegaría a $1.589 solo por concepto de climatización.

De esta manera, a modo de ejmplo: 

  • Quien utilice un aire acondicionado un promedio de 8 horas diarias gastará entre $42.000 y $56.700 en su factura de luz.
  • Si, en cambio, el aire se reemplaza por un ventilador, el gasto bajará a entre $11.700 y $12.700. 

Más allá de la factura de luz

Pero hay otras razones, varias ellas también vinculadas al bolsillo, de por qué elegir un ventilador, además del consumo energético. La primera es que resulta sensiblemente más económica desde el corto plazo a raíz de que la inversión inicial en un ventilador es menor, por lo que amortizar esa inversión se logra rápidamente con la diferencia en el consumo de la factura de luz.

Por ejemplo en una de los mayores retailers del país, el modelo más económico de aire acondicionado de 2600 frigorías arranca en los $650.000, mientras que el más barato de los ventiladores turbo de primera marca se consigue a $30.000 o una de techo a partir de los $68.000 finales.

Los especialistas también resaltan que aquellos artefactos de menor demanda energética son en consecuencia más amigables con el medio ambiente porque al reducir el consumo, se contribuye a disminuir la emisión de gases de efecto invernadero y a mitigar el cambio climático. Esto resulta algo fundamental cuando se entiende que la climatización es el mayor consumo de energía en los hogares, seguido por el agua caliente sanitaria.

Se puede afirmar que en las zonas de humedad relativa entre 30% a 70%, la temperatura de confort para la mayoría de las personas se halla entre 18°C y 25°C. En general las personas en verano estarán confortables a una temperatura de unos 24°C o 25°C con ropa liviana, para lo cual los ventiladores suman otra propiedad a favor por ser un aparato versátil y adaptable al adaptarse a diferentes espacios y necesidades, desde los clásicos de pie hasta los de techo.

Una estrategia de climatización

También hay algunos consejos de los analistas y promotores de las medidas de eficiencia energética en el hogar y que incluye la alternativa de maximizar el ahorro con ventiladores al combinarlo con otras acciones tales como abrir las ventanas durante la noche para renovar el aire y utiliza cortinas claras para evitar que el calor ingrese al hogar. De la misma manera, es posible aprovechar la brisa natural: Si existe la posibilidad, colocar el ventilador cerca de una ventana abierta permite potenciar la ventilación.

Es aconsejable orientar las aspas hacia abajo, de manera que el aire fresco se distribuye de manera más eficiente por la habitación y -como en los aires acondicionados- la limpieza regular ayuda a funcionar mejor y consumir menos energía. Finalmente, no habría que descartar a los poco difundidos sistemas evaporativos, los que están pensados para refrescar el ambiente unos pocos grados, y además, su consumo es muy bajo.

Pero hay una cuestión a considerar que hace al usuario. Si bien los aires acondicionados son muy eficientes a la hora de bajar rápidamente la temperatura de un ambiente, su uso en exceso extendido puede desencadenar un choque de temperatura al salir al exterior, que puede derivar en resfríos, dermatitis, irritación de ojos y garganta, debido a la sequedad ambiental que generan.

Por el contrario los ventiladores suman puntos al remover el aire y, de esta manera, ayudar a mejorar la calidad del mismo además de lo ya mencionado de su capacidad de bajar la temperatura ambiente entre 5 y 6 grados, aunque en días de mucho calor haya que tener más paciencia para que se logre el efecto deseado de descenso de la temperatura general.

Algunas consideraciones adicionales que hacen al mejor aprovechamiento del recurso energético hacen referencia a mantener las puertas y ventanas cerradas de los espacios que se están aclimatando o al adecuado aislamiento en techos, muros y ventanas, lo que permite ahorrar energía tanto en la refrigeración como en la calefacción en los meses de invierno. Y aunque parece una obviedad, no climatizar ambientes que no se utilizan y recordar apagar la refrigeración cuando se abandone el espacio. Pequeñas costumbres pueden dar grandes resultados.

En modo eficiencia

En el caso de que la opción siga siendo el aire acondicionado, es importante reiterar que al usar estos equipos se debe ajustar el termostato a 24 °C porque los ambientes no se enfriaran más rápido aunque se baje mas la temperatura. Además, que será un gasto innecesario de energía ya que cada grado de diferencia supone un ahorro de un 8% de consumo, y en consecuencia de impacto en la factura del servicio eléctrico.

En todos los casos de utilización de artefactos eléctricos, se impone conocer y poner en práctica el concepto de eficiencia energética que consiste en lograr un menor consumo frente a una misma prestación. Cuanta mayor eficiencia energética tenga un producto, mayor también será el ahorro en el consumo de energía para cada usuario.

Es que ser eficiente es importante porque permite ahorrar en facturación, impactando en la economía familiar, evitar el sobrecalentamiento de las instalaciones de generación de energía existentes, emitir menos gases de efecto invernadero, ya que la mayor parte de la energía se genera a partir de combustibles fósiles y al consumir menos energía, se necesita generar menos para abastecer esa demanda.

La etiqueta de eficiencia energética es una herramienta que permite conocer de manera rápida y fácil cuál es el consumo de energía de los artefactos, electrodomésticos o gasodomésticos y cuál es su nivel de eficiencia energética. La etiqueta tiene siete niveles de eficiencia, de los cuales el nivel superior, de color verde, es el más eficiente, y el nivel inferior, de color rojo, el menos eficiente. La escala inicialmente estaba compuesta únicamente por letras (A a G); actualmente, algunos equipos pueden estar etiquetados como A+, A++ o hasta A+++.

Los datos que figuran en las etiquetas se obtienen a partir de ensayos realizados en laboratorios donde se analizan muestras de cada modelo. A la hora de comprar equipos eléctricos o a gas para el hogar, es oportuno comprar aquellos que estén etiquetados y cuya clase sea A o superior. Si bien su costo inicial es mayor al de otros menos eficientes, después terminan representando un ahorro, ya que su consumo de energía es menor.

Existen artefactos cuyo etiquetado es obligatorio – pudiendo tener o no un estándar mínimo de eficiencia energética exigido- y otros cuyo etiquetado es voluntario. También existen etiquetas de eficiencia energética para edificios, para carpintería de obra (como puertas y ventanas) y para vehículos, en un esquema de creciente aplicación.

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