En el Auditorio de Radio Nacional se realizó la quinta edición de los Premios Chúcaro, otorgados a nueve rubros del baile folclórico argentino en sus manifestaciones escénicas: bailarín o bailarina, pareja de baile, cuerpo de baile, coreografía, vestuario, obra, musicalización, video y malambo de espectáculo.
Estos galardones fueron ideados por el coreógrafo Ricky Pashkus, que pertenece al mundo de la comedia musical y no tenía previamente ningún vínculo con las danzas nativas. Como fuera, los Premios Chúcaro lograron instalarse y son reconocidos por la inmensa comunidad folclórica del país, que es muy poco visible -hay que decirlo- para quienes viven en la ciudad de Buenos Aires.
El nombre de este premio homenajea a la figura más relevante de la danza nacional. Santiago Ayala, el Chúcaro fue a la vez tradicional y renovador, un fino conocedor del acervo cultural argentino, un gran creador y un artista inconfundible.
Miles y miles de bailarines
Si hubiera que contar cuánta gente se dedica a las danzas nativas o las baila por afición, el número seguramente alcanzaría no menos de un centenar de miles. Pensemos que no hay pueblo en todo el mapa de la Argentina y por muy pequeño y alejado que esté de los centros urbanos, que no cuente con una academia de folclore. Y la rueda no se detiene: cada año ingresan a estas academias nuevos chiquilines, muchas veces de apenas tres o cuatro años de edad, con un gran entusiasmo por bailar. Los varones particularmente se inclinan por el malambo, aunque veremos que ese panorama está cambiando.
Hubo dos reconocimientos: primero a Omar Fiordelmondo, por su labor como coreógrafo, maestro y director santafesino, que ha recorrido el país y el exterior con su propia compañía y como jurado en importantes certámenes de baile.
Y luego al Chaqueño Palavecino, porque mucha de su música -explicaron los organizadores- es utilizada por numerosos bailarines folclóricos. Cuando subió al escenario para recibir la estatuilla con su campechanía habitual, el Chaqueño improvisó algún esbozo de zapateo y habló de la presencia de la danza en los recitales de música folclórica.
El malambo tuvo una representación mayoritariamente femenina. Hubo dos conjuntos premiados y en ambos participan mujeres, lo nuevo que traen estos tiempos. Uno de ellos, el conjunto Indomables, es de la provincia de Buenos Aires y está dirigido por Lucas Echeverría. El otro, Kutral Fem, es de la provincia de Neuquén y lo dirige Emmanuel Hernández, campeón de malambo en la Fiesta Nacional de Laborde.
Por otra parte, resultó muy llamativo el malambo que interpretó, fuera de la competencia, Yamila Aguado. Su personaje era una esclava afro de la época colonial, y así la bailarina honró el legado y la influencia africana en la identidad argentina.
Yamila fue preparada por otro campeón de malambo de Laborde, Fernando Castro, que había triunfado en 2009.
El premio a la mejor coreografía fue recibido por Alexis Ledesma, quien la creó para el Ballet Ameridanza de la provincia de Córdoba. Ledesma forma parte además del Ballet Folklórico Nacional y es un bailarín extraordinario, que también incursiona en la danza contemporánea: su personaje del pintor Diego Rivera en una hermosa obra de Analía González (en la que Cecilia Figaredo interpretaba a Frida Kahlo) tuvo en él una interpretación superlativa.
El premio a la mejor obra fue para Alexis Mirenda por Santos Vega: el alma triste del payador. Este fenomenal coreógrafo, varias veces ganador en Cosquín, perteneció durante diez años al Ballet Contemporáneo del San Martín y creó una obra de danza contemporánea para esta compañía.
Los hilos que unen las distintas expresiones de la danza, vale la pena subrayarlo, son múltiples y valiosos.
Hubo dos cierres: uno a cargo del Ballet Folklórico Nacional con una preciosa coreografía -basada en una “media caña” anterior de Santiago Ayala-, que mostró la excelencia de esta compañía. Por cuestiones de espacio fue un elenco reducido el que interpretó esta “media caña” (un baile similar al pericón); los coreógrafos Glenda Casaretto (directora del BFN) y Luciano Garbuio resolvieron muy imaginativamente ese espacio limitado.
El segundo cierre fue con la presencia de Peteco Carabajal, que en una sucesión de chacareras llevó a parte del público a lanzarse a bailar, allí donde encontrara un lugar, la más festiva de las danzas argentinas.
Los otros premiados
Compañía: Ballet Chacaymanta de la provincia de Buenos Aires. Bailarín/a: Nahir Aylan, de Salta. Pareja de baile: Camila Luna y Walter Barrios. Vestuario : Gustavo Leymon. De Córdoba. Musicalización: Gustavo Aybar de Jujuy. Videodanza: Gaspar Tello y Jeremías Vizcaino, de Mendoza.
POS