20, abril, 2025
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Nico Sorín Octeto electrónico. La venganza de Astor Piazzolla

Cuando se encendieron las luces del Teatro Coliseo y todos supimos que ya no había más bises y que los músicos enfilaban tras las bambalinas comprendí que al menos por esa noche se había terminado un hermoso sueño. El sueño de revivir al Octeto Electrónico de Astor Piazzolla, 50 años después. Parecía como si el alma del genial e irrepetible bandoneonista, creador del Nuevo Tango, se hubiera posado en el escenario que con tanta desfachatez, irreverencia e inteligencia había montado Nico Sorín, un artista como pocos, un músico innovador que tuvo el atrevimiento, la misma desfachatez y osadía que Piazzolla en 1975, de reversionar al mítico octeto con el que aquel soñaba fusionar tango y rock. El rock nacional de aquel momento. Un sueño que terminó pronto, que solo duró un año o quizás un poco menos y que intentó de nuevo en París en 1977 solo para el concierto en el Olympia del que quedó una grabación también mitológica. Con formaciones eléctrónicas entre 1974 y 1978 Astor grabó 4 discos en estudio. Sin embargo más temprano que tarde volvió a su clásico y amado quinteto acústico. La noche del 15 de abril pareció la noche en que Piazzolla se tomó revancha. Nico Sorín promete que esta historia continuará.

Un experimento genial

Cuando se inicia el espectáculo de Nico Sorín vemos uno a uno aparecer con la luces de los reflectores a los músicos de la banda como él la denomina aunque más bien parece una orquesta: el sintetizador sofisticado del director de este conjunto, el propio Sorín, la guitarra eléctrica de Nana Arguen, el piano de Noelia Sinkunas, la marimba y el vibráfono de Marcos Cabezaz, la batería de Rodrigo Gómez, el bajo eléctrico de Franco Fontanarrosa y por último la figura angelada del bandoneón de Federico Santisteban. Completo el cuadro tras una intro de más 5 minutos explota el ritmo, la melodía y la armonía de Libertango, la creación internacional más importante de Piazzolla.

50 años tuvimos que esperar (yo era un adolecente) para que vuelva la magia electrónica al Nuevo Tango. En aquella oportunidad ese concierto significó el acercamiento y el compromiso de Astor con la juventud rockera de entonces. El rock nacional estaba en su apogeo y la dictadura aún no había llegado para intentar cortar las alas de ese movimiento contracultural, transgresor y desafiante al establishment y al poder que encarnaban músicos de grupos como Alas, Aquelarre, Espíritu, Arco Iris, Vox Dei, Pescado Rabioso, Sui Generis, Pappo´s blues, Color Humano, etc. No obstante, la sociedad no estaba preparada para eso. Para la unión en matrimonio del Tango y el Rock Nacional. Bastante le costaba asimilar al Piazzolla acústico del Quinteto o el Noneto y su música subversiva, revolucionaria para todavía absorber el concepto de tango-fusión. Por eso en 1979 el músico volvió a su versión unplugged y con ella siguió hasta el término de su carrera musical y su vida, aunque a todos nos quedó el recuerdo de esa memorable formación y la esperanza de que un día volviera a brillar. Las obras de los artistas, en especial las de música, trascienden a sus creadores, siempre quedan incompletas para que otros, otras las continúen.

Desde su muerte y hasta hoy, son innumerables los artistas, solistas, orquestas y conjuntos musicales que lo interpretaron, que lo reversionaron, que lo homenajearon. En Europa, Estados Unidos y el resto del mundo su música es un suceso que sigue recogiendo éxitos, aplausos y laureles póstumos, 33 años después y su nombre se inscribe entre los grandes clásicos musicales de todos los tiempos. Sin embargo nadie se animó a reversionar el Octeto Electrónico, la más atrevida de las aventuras musicales de Astor.

Nico Sorín como un lector ávido de experiencias musicales leyó lo más profundo del sentido revolucionario de la música de Astor Piazzolla y cual hechicero se lanzó a una experiencia fantástica.

Fue Daniel “Pipi” Piazzolla, nieto de Astor y gran músico, baterista, compositor y líder de la banda de jazz Escalandrum quien por su amistad con Sorín, que hasta ese momento realizaba música para films, experiencia con música tecno, etc., le propuso emular al mítico octeto. Fue hace 4 años cuando en el ex-CCK Nico Sorín dio una sorpresa que dejó a todos con la boca abierta. Y este acontecimiento logró un impacto único hasta ahora. Porque todo el mundo se atreve a interpretar a Piazzolla pero nadie hasta aquí se había atrevido a recrearlo. “Sorín suele hacer música de películas –tiene en su haber 30 noches con mi ex y Los que aman odian, entre otras-, y hace algunos años tomó la obra del bandoneonista marplatense a instancias de Pipi Piazzolla, por un homenaje al icónico artista. “En realidad, el abordaje de lo electrónico no lo elegí yo sino que fue Pipi. Para los 100 años del nacimiento de Astor se hicieron en el CCK una serie de conciertos y Pipi, conociéndome, habiendo tocado conmigo por muchos años, creo que dio en el clavo al hacerme reversionar el Octeto Electrónico, sobre todo en un show que hizo en el Olympia de París en el ‘77”, recuerda el músico.” Comenta una nota en Página 12.

Y Nico agarró el guante y luego de esa jornada del ex-CCK decidió que el conjunto ad-hoc que había armado para la ocasión quede como banda definitiva, casi como una “asociación ilícita” que se propone construir un nuevo mundo musical gobernado por locos lindos y geniales sobre los cimientos de la inmensa y extraordinaria obra piazzolliana. Menuda tarea, pero se ve que a Sorín no lo asustan los desafíos como no le asustaban a Astor. La tarea emprendida dio sus frutos, el éxito llegó pero más que un resultado lo que Nico propone parece más bien el comienzo de una historia que no tengo dudas tendrá superaciones dialécticas. Estoy seguro que lo hará.

Piazzolla tiene infinitas capas

“La música de Ástor está tan bien escrita que uno puede agarrar una melódica, dos cucharas y hacer una linda versión de ‘Libertango’. Es tan sólida en su arquitectura musical que permite de todo. Ahora, lo que sí no permite es tibieza: si la música de Astor se hace con fuego, con brío y con cierta irreverencia, de alguna manera -porque no hubo compositor más irreverente que él-, ahí se convierte en un homenaje. Su música permite que la lleves a un montón de lugares. Es una cosa muy visual, también. Y bueno, a nosotros nos ha pasado que después de tres años de tocar su obra seguimos encontrándole capas a su música.” Así describe Sorín a Página 12 su relación musical con Piazzolla. Cada vez que Sorín “retira” una capa musical descubre un nuevo sonido. Como un niño travieso que desarma un juguete y aunque lo rompa -para desagrado de sus padres- el juguete es solo el instrumento del juego. El juego es lo importante. Y es sorprendente como Sorín se atreve a “jugar” con los sonidos de Libertango, Meditango, Violentango, Adiós Nonino, Fuga y misterio, Verano Porteño, Zita y Balada para un loco para crear con ellos una sonoridad completamente distinta a lo que habitualmente se escucha de Piazzolla. Y por supuesto esto no significa (en mi opinión) despreciar la multitud de interpretaciones que se hacen, se hicieron y se harán de la obra del Maestro. Simplemente es diferente.

Hay que estar dotado de cierta capacidad de superar el asombro, de abrir la cabeza, en una actitud open mind plena para que luego del inicial impacto de la estridencia aparente surja la poesía de los sonidos y la melodía magnifica. Nada cansa. Nada abruma aunque la energía que despliega la orquesta en el escenario es tan fuerte que muchos espectadores comentan que se quedaron “manija” al terminar el concierto.

La combinación de energía potente y belleza estética de los sonidos electrónicos es lo que le da a este concepto y al espectáculo una calidad superior.

Sorin juega con Piazzolla de la misma manera que aquel “jugaba” con el tango clásico. La admiración de Astor por de Caro, Arolas, Troilo, Pugliese, Vardaro, etc., no le impidió llevar estas piezas musicales magníficas a un nivel superior. Sin establecer comparaciones que serían extemporáneas, Nico está sin duda en la senda correcta. No tengo dudas de que el propio Piazzolla aplaudiría este experimento si viviera. La venia del Pipi Piazzolla y de la comunidad piazzolliana habilitan a este músico atrevido a seguir con sus “fechorías”.

Un concierto con broche de oro

Lo que sorprendió del concierto en el Coliseo es que junto a los 8 grandes músicos que se posaron en el escenario se incorporaron en colaboraciones, músicos de la talla de Lito Vitale, Pipi Piazzolla, Nico Velazquez, Javier Casalla (Bajofondo) y el chino Omar Laborde que hizo una interpretación majestuosa de Balada para un loco con un recitado inicial “a lo Polaco Goyeneche” pero que terminó con un power que nos hizo saltar de las butacas para aplaudir con una rabia inusitada, pero de alegría, de placer, de emoción. El concierto empezó con Libertango y terminó con un bis infernal a todo trapo del mismo Libertango con todos los invitados en el escenario.

El concierto fue una fiesta. Es que Sorín que tiene la capacidad de involucrarnos a todos invitándonos a ser parte de la mágica escena ya no como simples espectadores sino como parte activa, nos hace cantar, aplaudir, gritar, en fin… estar ahí en vivo y en directo. Solo un verdadero showman puede lograr eso.

Hacía mucho que en Buenos Aires no había un espectáculo digno de Europa o USA pero Made in Argentina.

¡Que viva Astor Piazzolla! ¡Que viva el Nuevo Tango! ¡Que viva Nico Sorín Octeto!

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